2015 es para mí un año triste, el más triste. Y amargo. Todo ha quedado ensombrecido por su pérdida. Lo profesional ha pasado a un segundo o tercer plano y la ilusión por dibujar y crear, durante meses, la he guardado en un cajón. Pero he seguido trabajando, me ha mantenido la mente ocupada. Los jefes editoriales se han portado genial, me han dado un respiro y no puedo más que agradecerles el apoyo y las muestras de cariño. Ni que decir tiene que los amigos y la familia también han hecho todo lo que estaba en sus manos y más, siempre ahí para lo que les necesitara. Estoy bien rodeado y es en momentos como estos en los que más los necesitas.
No he cumplido ni uno solo de los retos que me propuse a lo largo del año, como el de lectura de libros y cómics, el de pelis (filmchallenge), el de instagram o el inktober. Nada, todo se ha quedado a medias. Pero no he parado de aprender. Y de eso trata todo, de seguir sintiendo curiosidad, de mejorar, de encajar los golpes y prepararte para los siguientes.
2016 sólo puede ir a mejor. Me he auto-convencido de ello y haré lo imposible para que así sea.
Y como no podía ser de otra manera, acabo el año bloguero con esta canción que repito sin parar a lo largo de los días en mi iTunes, taladrándole el cerebro a Aintzane.
Feliz nochevieja. Yo me voy a atiborrar a sushi. Nos vemos en 2016.
0 Comentarios